viernes, 28 de marzo de 2014

Miguel Hernández



Llegó con tres heridas: 
la del amor, 
la de la muerte, 
la de la vida.

Un día como hoy en 1942 fue asesinado por la sangrienta dictadura franquista el genial Miguel Hernández, murió enfermo en la cárcel ¿Su delito? Querer un mundo mejor. A Hernández no le pudieron cerrar los ojos ni muerto "Tus grandes ojos azules/ abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante," Escribió su amigo Vicente Aleixadre en la Elegía que le dedicó. Tuvo una muerte horrible, peor que haber sido fusilado, enfermó de Bronquitis, contagió Tifus que se le complicó con tuberculosis. 

De lado su injusta muerte, no hay calificativo más adecuado para Miguel que "El poeta del Pueblo", lo mejor de su trayectoria poética es la poesía comprometida, la social, entonces le hizo popular, en "Vientos al Pueblo" los vientos dan voz al pueblo. La evolución de la persona de Hernández provocada por sus circunstancias al principio es esperanzadora, porque un hombre conservador acaba en el frente republicano, militando en el partido comunista, empuñó el fusil y la palabra, más la palabra que el fusil. Eso lo lleva a un trágico final como a la mayoría de los que creyeron en lo mismo que él. Pero si estamos aquí así es gracias a personas como él.

A las personas a las que me siento cercana por la convivencia y otras por lo que he escriben, a él lo siento muy cercano, lo admiro tanto por lo que representó como por su genial poesía. Ya de pequeña me gustaba gracias a las maravillosas adaptaciones que hizo de sus poemas Serrat, antes de cargar con ningún bagaje ideológico, ya me conmovía Hernández. Sus tiernas Nanas de la cebolla, su empatía con el pueblo en  Niño Yuntero, su infinita esperanza en La Canción última, su compañerismo e inmernso dolor por una pérdida en Elegía a Ramón Sijé,  su enorme compromiso en Para la Libertad, su conciencia de clase, de obra se pueden destacar mil cosas, pero fue una lucha, algunas decepciones, una derrota, y muchas victorias, porque hoy muchos recogemos su bandera.

“Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!”

.-Pablo Neruda


Curiosamente no he estado en Orihuela, pero pendiente tengo visitar al pueblo que él tanto amaba y a él ya los suyos. 

.-Dawn